miércoles, 3 de octubre de 2007

El ocaso de los sueños de Nadja


Acariciando nuestras lenguas en silencio
nos sorprendío el claro rocío,
y antes de apartar mi alma
guardo uno a uno los pétalos
que de tus pupilas han caído.
Ahogada por el sudor de aquella
desperdigada flor
despierto,
y entre mar y desierto
guardo los pedazos
de cada uno de mis sueños.

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